Adquirir una vivienda siempre genera situaciones inesperadas. Consultar un simulador de hipotecas parra que no surjan gastos inesperados es una práctica habitual entre las personas que deciden aventurarse y ser convertirse en dueños de un inmueble. Tener claros conceptos como el TIN es esencial en este tipo de transacciones, pero pueden darse circunstancias menos usuales que hagan que los compradores se sientan perdidos y sin referencias a las que acudir. ¿Qué ocurre cuando la vivienda se adquiere por parte de más de una persona? Legalmente, ¿cómo se gestiona ese patrimonio en común? ¿Qué ocurre en una eventual separación?
Comprar una casa en pareja: todos los riesgos
Conflictos financieros
Las diferencias en las actitudes hacia el dinero y la gestión financiera pueden generar tensiones, tanto en el caso de parejas como en el de amigos o familiares. Por lo tanto, es importante establecer expectativas claras y discutir cómo se dividirán los gastos y responsabilidades financieras. Del mismo modo, conviene establecer y haber hablado y pactado el uso que se le dará al inmueble; por ejemplo, es fácil que, pasado un tiempo, uno de los propietarios quiera destinarlo a un posible alquiler (sobre todo si la vivienda es una segunda residencia) y el otro no. Si existe un documento que regule las finalidades posibles, el conflicto se resolverá mucho más fácilmente que si este no existe.
Separación o ruptura
En caso de que la relación termine, decidir qué hacer con la propiedad puede ser complicado y emocional. Tener un plan de contingencia por adelantado puede ayudar a manejar esta situación. Lo mismo es aplicable al caso de hermanos, familiares o amigos que deciden hacer una adquisición conjunta.
Desigualdad en la contribución financiera
Si hay una disparidad en los ingresos o en la capacidad de contribuir financieramente, pueden surgir discrepancias. Es fundamental discutir y acordar cómo se manejarán las contribuciones y los gastos. Pensemos que, por ejemplo, un inmueble requiere de un mantenimiento que supone, en ocasiones, gastos elevados (o roturas y averías). Haber previsto el importe de estos y la forma en que se cubrirán es una decisión recomendable antes de realizar la compra.
Cambios en la situación laboral
La pérdida del puesto de empleo o los cambios significativos en los ingresos pueden afectar la capacidad de ambos para cumplir con las obligaciones hipotecarias y otros demás gastos relacionados con la vivienda. Esto, cuando afecta a sólo uno de los implicados, puede ser un evidente foco de tensiones y enfados.
Diferencias en las expectativas a largo plazo
Las parejas pueden tener expectativas diferentes en cuanto a la duración de su estancia en la propiedad, lo que puede generar conflictos si no se aborda desde el principio. La vivienda que se adquiere no tiene por qué ser la vivienda definitiva en la que asentarse a largo plazo. Esto, si no se ha consensuado, generará, seguro, discusiones.
Inversión y retorno de la inversión
Si el mercado inmobiliario experimenta fluctuaciones, la inversión podría no generar el retorno esperado. O justamente lo contrario; no es descartable que la vivienda se revalorice exponencialmente y que uno de los propietarios quiera vender para obtener un rendimiento elevado. Precisamente por ello, es importante considerar el tiempo que los implicados planean quedarse en y con la propiedad.
Estrés durante el proceso de compra
La compra de una propiedad rara vez no resulta estresante. Para que la relación no se vea mermada, es necesario comunicarse de manera efectiva y apoyarse mutuamente durante todo el proceso. Y, aun así, es muy probable que surjan discusiones y diferencias. Valorar hasta qué punto compensa adquirir una vivienda el riesgo a un distanciamiento frente al bien a adquirir es algo que ningún comprador conjunto debería dejar de hacer.
Ventajas de comprar una casa o un piso en pareja
Compartir responsabilidades financieras
Comprar una casa con tu pareja significa pueden compartir todos los gastos, desde el pago inicial hasta los que se generen mensualmente: vencimientos de la hipoteca, impuestos y servicios públicos. Para economías más limitadas (que difícilmente podrían adquirir un piso o casa por sí solas), puede ser la única alternativa de poder acceder al mercado inmobiliario como propietarios. Por otro lado, si ambos pagadores tienen ahorros suficientes, no es descartable que, al disminuirse el importe a pagar, decidan comprar la casa al contado.
Construir un patrimonio juntos
La propiedad inmobiliaria es una forma de inversión a largo plazo. Comprar una casa en pareja permite a los implicados construir un patrimonio juntos, lo que puede tener beneficios financieros en el futuro. Además, de alguna forma, también es una manera de consolidar un proyecto de vida.
Estabilidad y seguridad
Tener una propiedad propia proporciona estabilidad y seguridad. Aunque siempre pueden surgir imprevistos a los que haya que dar solución, los riesgos son menores que cuando se reside de alquiler y una posible mudanza siempre acecha en el horizonte. Así, se puede crear un hogar juntos y establecerse en comunidad, lo que resulta especialmente importante si la intención es la de tener una familia.
Aumento del potencial de ingresos
En el supuesto de que, en el futuro, decidieran mudarse y alquilar la propiedad, siempre podrían generar ingresos adicionales que se distribuirían equitativamente entre los propietarios. Esto puede ser especialmente interesante en el caso de que opten por comprar una propiedad en una ubicación atractiva de cara a posibles arrendamientos.
Colaboración en decisiones importantes
Comprar una vivienda juntos implica tomar decisiones significativas como pareja. Este proceso puede fortalecer la comunicación y la toma de decisiones conjuntas, sentando las bases para una relación sólida y con visos de perdurar en el tiempo.
Flexibilidad para el futuro
Si bien la adquisición de un propiedad implica compromiso, también es evidente que puede proporcionar cierta flexibilidad. No es descartable que, en el futuro, opten por venderla o arrendarla si sus circunstancias cambian, pudiendo, así, adaptarse a nuevas situaciones que surjan.
Construcción de situaciones compartidas
Comprar y vivir en una casa juntos brinda la oportunidad de construir recuerdos conjuntos. Cada habitación y cada rincón puede llenarse de momentos especiales que fortalezcan la relación a lo largo del tiempo.
Qué documentos es recomendable firmar antes de la compra
Siendo novios o amigos
Cuando una pareja de novios, familiares o meros amigos decide dar un paso adelante y comprar una vivienda debe tener claro que, a efectos legales, esa relación no tiene una formalización real; es decir, ni están casados, ni son pareja de hecho. En esta situación, como es evidente, se asumen ciertos riesgos. Para mitigarlos y establecer un marco legal, es crucial acordar desde el principio algunas reglas y disposiciones en una escritura pública, que será especialmente útil en caso de que la relación no prospere en el futuro o los implicados se distancien.
Por ello, se aconseja que, durante la firma del contrato de compra-venta, el notario elabore un documento que establezca las pautas que indiquen cómo actuar en el caso de que la pareja o relación termine. De esta manera, se previenen posibles malentendidos y se asegura que la distribución de la propiedad se realice conforme a lo acordado desde el inicio.
Asimismo, se pueden buscar figuras alternativas que den tranquilidad a los implicados. La compra de la vivienda constituyendo a los implicados en una sociedad limitada (la responsabilidad de cada miembro está limitada al capital aportado), una comunidad de bienes (cada participante aporta el capital necesario para gestionar el piso) o una cooperativa son opciones perfectamente válidas legalmente para estos casos.
Casados en régimen de gananciales
Para los contrayentes en régimen de gananciales, el patrimonio individual de cada miembro de la pareja es compartido por ambos, sin diferenciación de quien lo aporte. Exactamente lo mismo ocurre con las deudas.
Al adquirir una vivienda, la propiedad se convierte en un activo conjunto, independientemente de la contribución financiera de cada miembro en su compra. Ambos tienen una participación del 50% en la propiedad y en las obligaciones financieras, en el caso de que la vivienda sea adquirida mediante una hipoteca.
En este caso, es esencial redactar un documento que contemple el proceder en el caso de una posible separación del matrimonio ya que, al ser ambos propietarios en el mismo porcentaje de participación, de no haber descendencia de por medio, que no exista un acuerdo es bastante probable y, en consecuencia, no es descartable que el fin del piso o casa quede bloqueado y sin solución fácil.
Casados en régimen de separación de bienes
En esta situación, cada individuo conserva su patrimonio de manera independiente, y la propiedad inmobiliaria es poseída por cada persona de acuerdo con su contribución económica. Sin embargo, es importante considerar que, a menos que se especifique lo contrario, por norma general, el notario establecerá automáticamente un porcentaje de participación equitativo del 50%-50%. En el caso de que uno de los miembros haya realizado una contribución económica mayor, queda a discreción de las partes decidir qué proporción de participación tendrán cada uno en la propiedad.
Por ello, a fin de prevenir posibles conflictos en situaciones de divorcio o separación, es aconsejable siempre establecer un protocolo notarial. Este documento contendrá detalles sobre las contribuciones financieras de cada miembro para la hipoteca adquirida en conjunto, la proporción de participación y los procedimientos a seguir en caso de ruptura.
Pareja de hecho
Para las parejas de hecho, se aplica una dinámica similar a la del matrimonio en régimen de separación de bienes, donde la propiedad será compartida por ambos y la proporción dependerá de la contribución económica de cada miembro. Por ellos mismo, se recomienda redactar el mismo documento notarial que para ese caso.
¿Hay que hacer testamento?
La decisión de hacer un testamento al comprar un piso en pareja es una elección personal, pero puede ser una medida sabia y protectora, especialmente si la pareja no está casada y no existe un marco legal claro que regule la herencia en caso de fallecimiento de uno de los miembros.
Si ambos han adquirido la vivienda, se encuentran bajo el régimen de proindiviso, lo que significa que la propiedad pertenece a ambos. En caso de fallecimiento de uno de ellos, la parte de la propiedad que le corresponde será otorgada a los herederos de la persona fallecida.
En situaciones donde no hay herederos legales, cualquiera de los dos puede redactar un testamento en el que, en caso de fallecimiento, legará la propiedad al otro. La existencia de hijos, independientemente de si están casados o no, no afecta a la herencia. En el supuesto de fallecimiento de uno de los dos, los hijos heredarían la parte de la vivienda correspondiente al progenitor fallecido.
No obstante, como es lógico, si se desea mayor tranquilidad, se puede redactar un testamento que refleje las circunstancias y acuerde disposiciones adecuadas para el futuro.