De media, en España, se producen en torno a cien incendios domésticos cada dos días; es decir, aproximadamente cincuenta domicilios se ven dañados, en mayor o menor medida, por las llamas de incendios que, en gran parte de las ocasiones, tienen su origen en el interior de las propias viviendas. Ante estas cifras, en muchos hogares se toma la decisión de instalar sistemas antiincendios que ayuden a detectar y apagar los posibles fuegos puntuales que puedan iniciarse. La duda surge en los inquilinos que residen en régimen de alquiler: ¿pueden instalarlo sin consultarlo con su casero? ¿Quién debe cubrir los gastos?
Cómo prevenir incendios en nuestra vivienda de alquiler
Existen una serie de pautas y medidas que pueden ayudar a prevenir la aparición de incendios en una vivienda. Adoptarlas como rutina en el día a día del hogar, minimizará la posibilidad de tener que lidiar con un fuego inesperado. No obstante, queremos dejarlo claro, no se reducirá la probabilidad a cero, ya que, en ocasiones, los incendios surgen como consecuencia de factores no controlables por los habitantes (cortocircuitos en las instalaciones, fuegos provocados en las viviendas y/o locales colindantes).
A continuación te indicamos las medidas más recomendables:
- Revisar las instalaciones de luz y gas. Siempre al amparo de profesionales cualificados y realizando las reparaciones y sustituciones que sean necesarias cuando así nos lo indiquen.
- Controlar periódicamente el funcionamiento de los electrodomésticos. Es importante estar atento a los posibles ruidos anómalos que detectemos en los aparatos que funcionan conectados a la corriente; los zumbidos eléctricos pueden ser indicativo de un mal funcionamiento. También es esencial evitar la concentración de grasas y aceites en zonas de la vivienda (cocina, por ejemplo) en que empleemos electrodomésticos con resistencias; alejar los productos de limpieza con alcohol de la vitrocerámica o limpiar la suciedad de la campana extractora nos evitará posibles riesgos.
- Control de las estufas, braseros y aparatos de calefacción. Son una de las principales causas de los incendios en el hogar. Por ello, deben permanecer alejados de superficies textiles y desconectarse siempre que no se pueda controlar su funcionamiento (a dormir, por ejemplo).
- Revisar cables, enchufes y alargadores. Debido a su uso continuado, se desgastan y quiebran, especialmente si se enrollan o pliegan con frecuencia. Al introducir una nueva mascota en casa, hay que ser muy cuidadoso, ya que los cachorros de gatos y perros, en el desarrollo de su dentición, tienden a morder los cables.
- Tener cuidado con velas y cigarros. Al tratarse de elementos pequeños, solemos ser menos cuidadosos y se nos olvida que un incendio puede empezar por un cigarro que, al dormirnos, cae sobre el sofá.
- Uso prudente de chimeneas. Apagarlas cuando no las estemos supervisando y mantener a más de un metro de distancia cualquier objeto susceptible de prenderse.
- Revisar los focos de calor al salir de casa o al dejar de usarlos. Incorporar a nuestra rutina la costumbre de supervisar que braseros, vitrocerámicas y estufas estén apagados. Ser más atento con las hornillas eléctricas, ya que mantienen el calor una vez desconectadas y, por ejemplo, pueden llegar a quemar un trapo de cocina que esté demasiado próximo.
Qué hace exactamente un sistema antiincendios
En esencia, cumplen una o varias de las siguientes funciones: prevenir, detectar o extinguir el fuego originado en el interior de una vivienda. Aunque lo más común es que el sistema integre todos los elementos necesarios para cubrir dichas funciones, podemos encontrar en el mercado una amplia variedad de tipos.
Alarma sonora de incendios
Se trata, exclusivamente, de un dispositivo dotado de un sensor de humos o temperatura que emite una señal acústica cuando detecta valores anómalos. No es, técnicamente, un dispositivo contra incendios, ya que sólo avisa de la existencia de uno, pero es muy útil para evitar daños humanos.
Extintores portátiles
De menor tamaño que los instalados en edificios públicos. Son fáciles de manejar y eficaces, pero, por contra, es necesario recargarlos tras su uso y revisarlos cada cierto tiempo.
Extintores fijos y rociadores
Los primeros son similares a los extintores portátiles con la salvedad de que se encuentran ubicados y fijados en algún tramo la instalación, por lo que no pueden ser transportados; también han de ser recargados tras su uso. Los rociadores, sin embargo, al no estar alimentados por espumas sino por agua corriente, no necesitan un mantenimiento tan exigente ni una recarga tras haber entrado en funcionamiento. Suelen instalarse en los techos y son de los dispositivos de extinción más comunes.
Detectores de humo/gas y calor
Al igual que la alarma sonora, detecta variaciones anómalas de temperatura o humo. En este caso, además de emitir la señal sonora, activa el funcionamiento de los rociadores.
Sistemas integrales antiincendios
Se trata de circuitos que integran, al menos, los siguientes elementos: detector de humo y calor, rociadores automáticos y extintores portátiles. La acción sumada de todos ellos permite detectar y extinguir el foco del fuego a la vez que advierte a los usuarios de su existencia, posibilitando la evacuación en los estadíos iniciales del incendio.
¿Puede el inquilino instalar un sistema antiincendios por su cuenta?
En principio, sí. No hay en la Ley de Arrendamientos Urbanos apartado alguno en el que se establezca lo contrario. Al tratarse de un sistema removible (incluso en el caso de los rociadores) el inquilino puede instalarlo libremente. Eso sí, a condición de retirarlo por completo una vez abandone el domicilio, ya que, según la citada ley, el arrendatario deberá devolver al arrendador el inmueble en las mismas condiciones en que lo recibió.
No obstante, lo sensato, en el caso de que un inquilino quiera hacerse con un sistema contra incendios en una vivienda de alquiler, es hablarlo con el casero. Posiblemente, una vez instalado (sobre todo si hay que realizar derivaciones en la red de aguas para alimentar los rociadores), el propietario acceda a mantenerlo de forma permanente. De hecho, no sería mala estrategia por parte del inquilino utilizar éste argumento como forma de conseguir un acuerdo de pago compartido de los costes asociados a la instalación. Además, así se evita que, si, por ejemplo, al instalar rociadores y derivar las conducciones de agua, surgen humedades en algunas de las paredes o techos de la vivienda, sea confuso y conflictivo dilucidar cuál de las partes debe asumir el arreglo.
Quién tiene que pagar el mantenimiento del sistema antiincendios
En este caso, pueden darse dos situaciones diferentes.
Cuando la vivienda ya tiene instalado un sistema antiincendios
Al igual que ocurre con el resto de suministros o con el mantenimiento de la caldera, el sistema antiincendios forma parte indivisible de la vivienda y, tal y como sucede con el suministro de agua, gas, electricidad o con los sistemas antirrobo, su mantenimiento corre a cargo del inquilino, pues se entiende que este tipo de incidencias son las recogidas por el articulo 21.4 de la LAU: pequeñas reparaciones derivadas del desgaste provocado por el uso ordinario de la vivienda que serán a cargo del arrendatario.
Insistimos, siempre que se trate de averías menores. En el caso de que se dé una incidencia que requiera una reparación mayor y más costosa, sí podremos reclamar al casero que se haga ocupe de ella.
Cuando es el inquilino quien instala el sistema antiincendios
En este caso, será siempre el arrendatario el encargado de costear la instalación y el mantenimiento del sistema, al ser un complemento que, por su propia voluntad, ha decidido instalar en la vivienda. No obstante, remitimos a lo dicho anteriormente, ya que se trata de una mejora que, si se quiere, puede tener carácter permanente; así pues, al igual que recomendamos hacer con el alta de suministros en un piso que los tenga dados de baja, lo ideal es negociar con el casero para consensuar un pago conjunto.