Una mujer lleva un año y medio viviendo en una casa de Airbnb sin pagar el alquiler. Desde marzo de 2022, fecha en la que finalizó el acuerdo de 6 meses con el propietario, la inquilina ha rehusado marcharse, apoyándose en ciertos aspectos legales por los que la casa habría sido alquilada de forma ilegal, entre ellos, la construcción de una ducha sin los permisos adecuados.
Todo comenzó en septiembre de 2021. El propietario de una mansión situada en la ciudad californiana de Los Ángeles, Sascha Jovanovic, decidió alquilar a través de Airbnb la casa de invitados de la propiedad. Y encontró a Elizabeth Hirschhorn, con quien llegó a un acuerdo para una estancia de larga duración (6 meses). Lo que no sabía Jovanovic es que poco después su vida y la de sus hijos, que conviven con él, se convertiría en una especie de infierno, tal y como relataba él mismo en una entrevista concedida a Los Angeles Times.
Rechazo a abandonar la casa
Los problemas comenzaron pocos meses después de la entrada de la inquilina en la casa. Esta exigió el arreglo de unas persianas eléctricas que dejaron de funcionar (según el dueño, se encontró restos de agua y humedad al ir a revisarlas), por lo que Jovanovic le propuso pagarle un hotel mientras duraban las reparaciones. Pero ella se negó a salir, alegando cuestiones de seguridad por el COVID-19. El arrendador le ofreció entonces mudarse a su propia casa, idea que ella volvería a rechazar por una supuesta alergia a la caspa de gato.
El problema se alargaría hasta el 19 de marzo de 2022, día en el que la inquilina debía marcharse de la casa. Pero no fue así. Llegaron entonces a un acuerdo verbal por el que se marcharía finalmente el 12 de abril, pero tampoco abandonó la casa, por lo que el dueño se puso en contacto con Airbnb. Pero ya era tarde. Al extender esa fecha de salida, la empresa se lavaba las manos en el asunto, recomendándole contactar con los departamentos legales de la ciudad.
Y así fue. Jovanovic se puso en contacto con un investigador del departamento de vivienda de Los Ángeles, quien le informaría de sus derechos como propietario, y acto seguido enviaría un email a la inquilina instándole a abandonar la casa y advirtiéndole que de no ser así, comenzaría a utilizar la vía legal. También le ofreció 2000 dólares para ayudarle con su mudanza.
Un alquiler sin los permisos necesarios
No conforme, Hirschhorn decidió mover ficha. Se puso a buscar resquicios legales, y en su investigación descubrió que la vivienda incumplía dos normas de la ADU (Ordenanza sobre viviendas accesorias de Los Ángeles): ni estaba aprobada para ser ocupada (y por tanto, su alquiler era ilegal) ni tenía el permiso necesario para la ducha que se había construido. Con esta información en mano, la inquilina se pondría en contacto con el mismo investigador con el que habló Jovanovic, alegando con ello que las demandas de desalojo eran ilegales.
El investigador concluiría entonces que el propietario debía retirar todos los avisos de desalojo hasta poder demostrar que la vivienda cumplía con los requisitos legales para ser alquilada. Algo que hasta la fecha de hoy todavía no ha logrado, ya que la inquilina no permite el acceso a la vivienda para continuar con las reparaciones y conseguir esos permisos.
El caso se ha convertido ahora en una disputa legal en la que prácticamente impera el «mi palabra contra la tuya», por lo que serán los jueces los que tomen cartas en el asunto. Por su parte, la inquilina exige 100.000 dólares por abandonar la casa, mientras que el propietario contabiliza en 60.000 dólares la cantidad de dinero que le debe en alquiler desde que dejó de pagar.
Una vecina no deseada
Mientras tanto, la vida de Sascha Jovanovic, el dueño de la casa, y su familia, ha pasado de ser una idílica estancia en una mansión en las soleadas colinas de Los Ángeles, a tener que convivir casi puerta con puerta con una desconocida con la que temen incluso encontrarse.
“Es como una guerra donde no vuelan balas. Cada vez que abro la puerta tengo miedo de que ella se vaya al mismo tiempo. Su puerta está a unos metros del dormitorio de mi hija. Ya no dormimos bien”.
Sascha Jovanovic, propietario
Una «okupa en serie»
No es la primera vez que esta inquilina se encuentra en una situación parecida. Elizabeth Hirschhorn, de 55 años, se ha ganado calificativos como «okupa en serie» o «el peor inquilino de Airbnb de Estados Unidos». De hecho, tan solo 2 meses antes de irse a la casa de Jovanovic, la inquilina fue expulsada de otra casa valorada en 2.6 millones de dólares en la ciudad de Oakland en la que intentó quedarse de forma ilegal, como informaban desde el Daily Mail.
Pero su historia de litigios comienza hace más de 20 años. En una ocasión tuvo una batalla legal con otro propietario, que se resolvió con acuerdo entre ambas partes, y en 2010, ya en otro ámbito, intentó demandar a un agente literario por un manuscrito inédito, aunque sin éxito.