Hasbro ya anticipó la crisis de la vivienda… en 2018, con un Monopoly para millennials

El Monopoly para millennials logró, en apenas unas casillas y unas cartas, condensar lo que era vivir con 30 años en un mundo donde las reglas del juego original ya no aplicaban.

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En pleno 2018, Hasbro lanzó una versión del Monopoly tan desconcertante como brillante: un juego pensado para millennials en el que, por primera vez, no se podían comprar casas. Nada de hipotecas ni alquileres: aquí se competía por acumular experiencias. Lo que parecía una simple estrategia de marketing con toques de ironía acabó convirtiéndose, años después, en una especie de parodia profética. Hoy, 7 años después, la crisis de la vivienda (y, especialmente, del alquiler) se ha consolidado como uno de los grandes males de una generación. Y lo más inquietante es que Hasbro lo resumió todo en una caja… de juguete.

De los ladrillos al hashtag

Desde su creación en los años 30, el Monopoly ha sido casi un juego de educación financiera. Aprendimos —jugando— a comprar calles, montar hoteles, cobrar alquileres astronómicos y, con suerte, arruinar a nuestros rivales. Pero en 2018, Hasbro le dio la vuelta al tablero. En lugar de simular un camino hacia la riqueza inmobiliaria, lanzó una versión que decía directamente: “Olvídate de la vivienda, no te la puedes permitir igualmente”.

En vez de casillas como la calle Serrano o el Paseo del Prado, el Monopoly para millennials proponía visitar cafés veganos, retiros de yoga, festivales de música o el sofá de un amigo. ¿Quieres progresar? No compres propiedades: gana experiencias.

Cómo se juega: más ‘brunch’ que propiedades

En esta edición, el dinero deja de ser el fin principal. Se sigue utilizando, sí, pero más como herramienta secundaria. Lo que realmente cuenta son las experiencias vividas durante la partida. El jugador que consiga acumular más “vivencias millennial” es quien gana.

Entre las acciones disponibles encontramos cosas como:

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  • Hacer un side hustle (trabajo adicional).
  • Llevar tu blog a un millón de visitas.
  • Usar 46 emojis en un solo mensaje.
  • Rescatar a un animal.
  • Vender un abrigo vintage.

Incluso las fichas que reemplazan al clásico sombrero de copa o el coche de carreras son auténticos memes generacionales: una cámara vintage, unas gafas de sol, un hashtag o incluso un emoji llorando de risa.

Las cartas de sorpresa —antes llamadas “Arca Comunal” o “Caja de Comunidad”— también se renuevan con situaciones que parecen salidas de cualquier grupo de WhatsApp: perder el móvil, mudarte de nuevo con tus padres, subir una foto que se hace viral o recibir likes de tu crush.

Ironía tóxica vs. terapia generacional

La recepción no se hizo esperar. El juego se convirtió en viral, pero también en polémico. Las redes sociales se llenaron de comentarios cruzados. Algunos millennials lo vieron como un acto de humor autocrítico, una manera de reírse de su propia precariedad con cierto orgullo irónico. Otros, sin embargo, sintieron que Hasbro estaba ridiculizando una situación muy real.

Comentarios como “Soy un millennial que no puede permitirse ahorrar para una casa… pero creo que #MonopolyforMillennials es hilarante” o “Un juego sobre la vida del millennial debería incluir el pago del alquiler. La mayoría no puede permitirse gastar en ‘experiencias’ tampoco”, pronto invadieron las RRSS, posicionándose como personas partidarias o contrarias a la creativa ocurrencia de Hasbro.

Cuando la sátira se vuelve predicción

Lo que nació como una estrategia de marketing juguetona se ha acabado convirtiendo en un objeto casi profético. Porque ahora, años después, el tablero parece una postal realista. La situación de la vivienda para la generación millennial —personas nacidas entre principios de los 80 y mediados de los 90— no ha hecho más que empeorar.

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En muchos países, especialmente en Europa y América del Norte, la propiedad se ha convertido en un lujo casi inalcanzable. En España, más de la mitad de los menores de 35 viven de alquiler o con sus padres. Y en ciudades como Madrid o Barcelona, el precio del metro cuadrado ha alcanzado niveles absurdos en relación con los sueldos.

Mientras tanto, lo único que queda a mano —y que además se puede mostrar en redes— son las experiencias. Salir a cenar, viajar a lugares «instagrameables», participar en festivales o hacer yoga en una azotea del centro.

Del tablero al contexto: qué pasaba en 2018

En 2018, aunque no lo supiéramos del todo, ya se estaba gestando la tormenta. Las consecuencias de la Gran Recesión aún pesaban. El trabajo precario y la burbuja del alquiler empezaban a ser normales. El debate sobre si los millennials estaban obsesionados con los “brunchs de aguacate” o si simplemente no podían permitirse una entrada para un piso era una discusión habitual en redes y medios.

Hasbro, queriéndolo o no, puso sobre la mesa un tema delicado. Transformó la lucha generacional en juego. Y eso, como mínimo, abrió conversaciones. De hecho, en la presentación oficial del juego, Hasbro dijo que el diseño había surgido de sus propios empleados millennials, como una forma de “representar con humor las prioridades de una generación”.

Una rareza que no llegó a España (al menos en 2018)

Pese al ruido mediático y viral, la edición Monopoly for Millennials no se distribuyó oficialmente en España. Solo estaba disponible en Walmart y en países anglosajones. Aun así, algunos jugadores españoles consiguieron hacerse con copias importadas, y hoy en día aún se pueden encontrar unidades en plataformas como Amazon o eBay.

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Con el paso del tiempo, se ha convertido en una especie de pieza de coleccionismo generacional. No tanto por su rareza, sino por el retrato que hace de una etapa muy concreta del zeitgeist.

Cuando la realidad supera la parodia

En retrospectiva, resulta casi inquietante pensar que un juego de mesa infantil supo leer con más precisión los síntomas de una crisis que gobiernos, economistas o analistas inmobiliarios. Tal vez sea exagerado, pero en Monopoly for Millennials hay una claridad demoledora: si no puedes tener propiedad, que no te falte una buena historia que contar.

Y en eso, al menos, parece que acertaron. Porque al final, los millennials han hecho del humor, la creatividad y la crítica social una forma de supervivencia. Aunque sea en forma de tablero, con una ficha de emoji y un cartón que dice “¡felicidades, has conseguido que tu startup fracase con estilo!”.

Un juego que dijo mucho sin querer

El Monopoly para millennials no gustó a todos. Fue criticado, burlado, ignorado por muchos medios y tachado de ofensivo por otros tantos. Pero hay algo que no se le puede quitar: logró, en apenas unas casillas y unas cartas, condensar lo que era vivir con 30 años en un mundo donde las reglas del Monopoly original ya no aplicaban.

Sin necesidad de discursos ni estadísticas, el juego dejaba claro que, para una generación entera, comprar propiedades se había convertido en algo tan inalcanzable como ganar una partida… sin pasar por la casilla de salida.

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