Cada vez más, en el ámbito de la vivienda se han extendido las reformas sin obras. Tareas que cambian el aspecto de una casa pero que no suponen los inconvenientes de tener que hacer obras de calado en el interior del hogar. El lacado de puertas, por ejemplo, es una de propuestas más habituales cuando se le quiere dar un nuevo aire a los ámbitos de un piso sin tener que pasar por los engorros que suelen implicar los cambios mayores. Otra de estas labores recurrentes que, además, suele ser muy efectiva si se quiere conseguir un aire moderno, es la eliminación del gotelé de paredes y techos; labor que se puede hacer, además, sin recurrir a profesionales.
Qué es el gotelé
El gotelé es un tipo de acabado de paredes y techos que se puso muy de moda durante los años 70 en España. La técnica consiste en proyectar sobre la superficie lisa terminada una serie de gotas de pintura más espesa (temple), que terminará por solidificar, generando una imagen con textura y sombras.
Su uso fue muy extendido por todo en país en el siglo pasado por diversos motivos:
- Dado que se iba a proyectar sobre la pared un acabado rugoso, no era necesario que ésta estuviera perfectamente aplanada, lo que simplificaba las obras de levantamiento de tabiques y las hacía sensiblemente más baratas.
- Debido a la textura que se generaba en las superficies, la suciedad y posibles manchas que surgieran en ellas pasaban mucho más desapercibidas, por lo que era un acabado duro y que se podía sostener sin mantenimiento más tiempo.
- Lo mismo ocurre con los posibles desconchones, que resultan menos llamativos que los generados en una pared lisa.
- Es un proceso económico, que no busca un acabado específico sino generar un patrón se sombras y rugosidades.
Por qué el gotelé se usa poco en la actualidad
Los motivos que justifican que el gotelé haya caído en desuso son varios:
- Por un lado, se asocia el gotelé a soluciones económicas y baratas, surgidas de la necesidad y de los pocos recursos. Por lo tanto, es un acabado poco apetecible para aquellas personas que compran una nueva vivienda.
- El acabado rugoso puede generar problemas para, por ejemplo, colocar vinilos o estanterías empotradas en las paredes, pues los primeros no se fijarán bien y los segundos tendrán holgura.
- No es el más estético de los acabados. Si no está bien ejecutado, resulta tosco y, en cierto modo, recuerda al cemento en bruto, por lo que no es la más apetecible de las terminaciones que se pueden elegir para una superficie.
- En el caso de querer dar un cambio radical a la pared, las opciones son limitadas si no se elimina antes. Por ejemplo, no se podrá aplicar papel pintado u otro tipo de coberturas adheridas si antes no se ha limado el gotelé o cubierto con algún tipo de pasta.
- Las técnicas de aplanado de las superficies verticales han mejorado sensiblemente en los últimos años, por lo que es relativamente sencillo conseguir un acabado liso y sin imperfecciones. Por esto mismo, este tipo de técnicas que buscaban disimular irregularidades son menos demandadas y están menos justificadas hoy en día.
Cómo quitar el gotelé de forma casera
Limado de la superficie
Esta opción es la más laboriosa y sucia, ya que implica el uso de una lijadora eléctrica o manual junto con papel de lija de grano grueso y fino a fin de eliminar todas las protuberancias de la superficie para dejarla perfectamente plana. Además, puede suponer un gasto extra si no se dispone de la maquinaria requerida y es necesario alquilarla o comprarla.
Los pasos a seguir son los siguientes:
- Preparación del área. Retirar los muebles de la habitación o cubrirlos con plástico para protegerlos de la suciedad generada durante el proceso. Como decimos, se trata de una técnica sucia que genera mucho micro polvo, por lo que es deseable que éste no se pose en determinados muebles, sobre todo los textiles.
- Lijado grueso. Utilizar la lijadora eléctrica o el papel de lija de grano grueso para suavizar la superficie del gotelé. Es necesario hacerlo con movimientos suaves y constantes para no dañar la pared ni provocar desconchones.
- Lijado fino. Una vez que el trabajo grueso se haya terminado, conviene disminuir el grano hacia uno más pequeño para terminar de pulir los pequeños bultitos que puedan quedar.
- Usar masilla. Si se han generado algunas imperfecciones serias o desconchones, habrá que cubrirlos con masilla para uniformar el acabado.
- Limpieza. Una vez se ha lijado toda la superficie, llegará el momento de limpiar el polvo resultante que pueda permanecer en las paredes con un trapo húmedo o una aspiradora con cepillo. Lo mismo habrá que hacer en el resto de paredes, suelos y muebles.
- Pintado de la superficie. De cara a obtener un buen acabado, será necesario pintar, de nuevo, la superficie.
Aplicación de masillas
La opción de cubrir el gotelé con masilla es otra alternativa, más económica y limpia además. Para este método, será necesario estar provisto, además de la masilla para paredes, con espátula y papel de lija de grano fino.
Los pasos para estas labores son:
- Preparación del área. Al igual que con la opción anterior, es necesario proteger los muebles y el suelo. Aquí el polvo generado será mucho menor, pero, por contra, no es descartable que en el suelo caigan gotas de masilla que puedan afectar a las superficies de madera o piedra.
- Aplicación de la masilla. Con la espátula, habrá que aplicar una capa gruesa de masilla sobre el gotelé, cubriendo toda la superficie de manera uniforme.
- Alisado de la masilla. Será necesario utilizar la espátula para alisar la masilla y eliminar cualquier burbuja de aire o exceso de producto.
- Secado y lijado. Habrá que dejar que la masilla se seque según las instrucciones del fabricante. Una vez haya desaparecido todo resto de humedad, se deberá utilizar papel de lija de grano fino para suavizar la superficie y eliminar cualquier imperfección.
- Limpieza. Limpiar cualquier residuo de polvo con un trapo húmedo o una aspiradora.
- Pintado de la superficie. De cara a obtener un buen acabado, será necesario pintar, de nuevo, la superficie.
Cuánto cuesta quitar el gotelé de una vivienda
Evidentemente, son varios los factores que pueden influir en el precio que habremos de pagar a la hora de eliminar el gotelé de una vivienda, por lo que no es fácil dar un número único. Entre otros, destacamos los siguientes condicionantes:
- Tamaño de la vivienda. Lógicamente, cuanta más superficie haya que tratar, mayor será el precio.
- Estado de las paredes y techos. Si se presentan desconchones que haya que reparar, será necesario realizar una serie de tareas específicas que retrasarán las labores y, en consecuencia, la encarecerán.
- Tamaño de la gota. Si el grano del gotelé es mayor, tanto si se trata de raspar la superficie, como si se pretende cubrir con masilla, el desembolso será siempre más costoso.
- Tipo de gotelé. Los trabajos a realizar con pintura plástica, debido a la impermeabilidad de su superficie, son siempre más laboriosos y caros.
Así pues, en general, podremos decir que los trabajos de eliminación de gotelé en una pared suelen costar entre 5 €/m2 y 12 €/m2. Si, además, se quiere repasar las paredes con masilla y, después, pintarlas, el coste podría estar entre 10 €/m2 y 30 €/m2. Por tanto, si tomamos un precio medio de 15 €/m2, eliminar el gotelé de una vivienda de 80 m2, sería de 1.200 €.
Cuánto se tarda en quitar el gotelé sin ayuda profesional
Como es intuitivo, todos los condicionantes mencionados en el apartado anterior, son aplicables aquí también, de manera que a mayor tamaño de vivienda, a peor estado de las paredes y a mayor tamaño de gota, los trabajos siempre requerirán más tiempo; del mismo modo, si la pintura base es de tipo plástica, también se tardará más días en poder eliminar el gotelé que si el material base es de otro tipo.
No obstante, en general, podemos decir que se trata de unas tareas complejas que no son fáciles de realizar por parte de propietarios e inquilinos y que tomarán bastante tiempo si quienes las realizan no son personas versadas en reparaciones del hogar.
A forma de orientación genérica, diremos que rara vez se pueden eliminar más de 10 m2 al día de gotelé en una vivienda si se quiere obtener un acabado profesional. Por lo tanto, una vivienda media de 100 m2 supondrá dos semanas de trabajo (de lunes a viernes) en el mejor de los casos, llegando a extenderse a tres semanas en las situaciones más habituales.