Lacar las puertas es una de las formas más asequibles y resultonas de renovar la carpintería de un piso. Este procedimiento nos evitará tener que cambiar las puertas del piso haciendo que estas recuperen su viejo esplendor, siendo una de las mejoras ideas que existen a día de hoy para decorar un piso de alquiler antiguo.
Con un buen lacado no solo renovaremos el estilo de las puertas, sino que las protegeremos y embelleceremos para los próximos años, prolongando su vida útil sin comprometer por ello nuestro bolsillo.
A continuación, todo lo que necesitas saber sobre el lacado de puertas.
Qué es el lacado de puertas y cuándo merece la pena
El lacado de puertas consiste en aplicar un esmalte o laca sobre toda la superficie de la puerta. Cuando este recubrimiento se seque, la puerta tendrá un nuevo acabado liso y uniforme contando con una muy buena resistencia a los arañazos o la suciedad.
El lacado de puertas implica también resolver cualquier tipo de imperfección que pudiera tener la puerta, cubriendo así arañazos o daños provocados por mascotas o golpes.
Estos son los pasos que habitualmente se siguen para lacar las puertas:
- Se sacan las puertas del marco.
- Se quitan los herrajes y las manillas de las puertas.
- Hay que colocar las puertas en un espacio de trabajo amplio, normalmente se trasladan a un garaje o trastero o se despeja una habitación. Se protege el resto del espacio (suelo, paredes y mobiliario) con plásticos o telas.
- Se lijan las puertas con una lija de grano muy fino: lo importante es eliminar el polvo y la suciedad que puedan haberse acumulado. En caso de que la madera esté muy desgastada antes se puede desbastar o lijar de forma algo más profunda.
- Una vez terminado el lijado, se limpia bien toda la puerta. Si esta tiene embellecedores se elimina el polvo acumulado en bordes y esquinas con agua y jabón neutro.
- Comienza el lacado. En caso de que fuera necesario habrá que aplicar una imprimación previa para cubrir los poros de la madera. Si no, se aplica directamente la laca o el esmalte.
- El lacado se aplica usando una pequeña brocha y un rodillo para esmaltar. Se realizan pasadas continuas y de manera constante, es fundamental extender bien todo el producto. Para un resultado profesional, será necesario emplear una pistola, con la cual evitaremos huellas o marcas.
- En caso de ser necesario, este proceso se realizará también con los marcos o jambas de la puerta.
- Se deja secar todo el tiempo que indique el fabricante. Cuando así se requiera, se aplicará una segunda capa.
¿Merece la pena lacar las puertas? Aunque no hay una respuesta única y definitiva para esta pregunta, si nos atenemos al alto coste de reemplazar por completo todas las puertas de un piso (hablamos, fácilmente, de entre 1000 y 2000 euros), el lacado es algo que puede tener mucho sentido, sobre todo si necesitamos renovar las puertas y no disponemos de demasiado presupuesto.
Cuando hablamos de pisos antiguos con puertas de madera maciza, en muchos casos no tendrá sentido reemplazarlas por una alternativa de calidad inferior. Es aquí donde el lacado cobra especial protagonismo. Hay inmuebles viejos y mal conservados (como los típicos pisos de subasta) que sin embargo presumen de unas puertas de altísima calidad que podemos renovar, por ejemplo, con un buen lacado en blanco.
Este mismo lacado de puertas puede servir para actualizar, por muy poco dinero, una carpintería que se ha quedado desfasada. Si combinamos el lacado con un pintado completo del piso y un poco de originalidad en la decoración, el cambio será aún más completo.
Lacado vs pintado: ¿qué es mejor?
Lacar y pintar una puerta no es lo mismo. Aunque la diferencia fundamental radica en el tipo de producto que se aplicará sobre la puerta (esmalte/laca vs pintura), la comparativa va mucho más allá: debemos tener en cuenta el precio, el acabado y la durabilidad del trabajo.
Dado que la pintura en sí es más barata y su aplicación bastante más sencilla, pintar una puerta es algo mucho más económico que lacarla, pudiendo costar la mitad o menos. Insistimos, esto no depende solo del precio base del material, sino también de las horas y la experiencia requeridas para hacer una cosa u otra: recordemos que la pintura se aplica en menos tiempo que la laca.
Ahora bien, esa diferencia de precio afectará directamente al acabado y a la resistencia del resultado. En primer lugar, cuando lacamos una puerta esta quedará completamente lisa, presumiendo de una superficie brillante y sin imperfecciones. En cambio, la pintura nos dejará con una puerta algo más rugosa y, en caso de que el pintor no sea demasiado cuidadoso, con marcas de pintado visibles. En segundo lugar, tenemos la durabilidad del lacado, la cual se encuentra muy por encima de la que ofrece la pintura. Si contamos con unos materiales y herramientas de calidad y la mano de un profesional experto, el lacado puede aguantar más de una década mientras que la pintura se agrietará en unos pocos años.
Visto todo esto, la cosa quedaría así:
- Lacado de puertas: es más caro, requiere de más tiempo, los resultados son mucho más duraderos.
- Pintado de puertas: es más económico, es un trabajo más rápido, los resultados no son tan profesionales.
Básicamente, el pintado de puertas tiene sentido cuando tenemos poco presupuesto o cuando tenemos claro que no requerimos de un acabado profesional. También, el pintado es muy buena idea para realizar de manera amateur. Hay mucha gente apasionada de la decoración y las manualidades que opta por pintar las puertas logrando unos resultados muy favorecedores. Para todo lo demás, el lacado será, generalmente, una mejor opción.
Cuánto cuesta lacar las puertas
Como hemos visto, el proceso de lacar las puertas es bastante laborioso. Si lo realizamos por nuestra cuenta es muy posible que nos demoremos varios días, más si tenemos en cuenta que probablemente no dispondremos de herramientas de trabajo profesionales. Si por el contrario este trabajo lo realiza un carpintero o pintor experto, bastará con un par de días de trabajo, siendo lo normal para un profesional dedicar entre 3 y 6 horas de trabajo por puerta. Estos tiempos variarán en función de la experiencia del profesional y de las herramientas que emplee para el lacado.
Habiendo hecho las estimaciones de tiempo, toca hablar de presupuestos.
Por norma general, lacar una puerta no costará menos de 80 o 100 euros. Recordemos que habrá que pagar, como poco, por 3 o 4 horas de trabajo experto. A ese tiempo de trabajo de la mano experta tendremos que sumar, como, es lógico las herramientas y el precio de la laca. Dependiendo de la complejidad del trabajo y del tipo de laca que hayamos escogido, es posible que el precio por puerta ascienda hasta los 150 o 200 euros.
Dado que de manera habitual el lacado de puertas se realiza a domicilio, no es lo mismo que el profesional se desplace a nuestro piso para lacar una sola puerta que para lacar una decena de ellas. Los precios variarán según el trabajo a realizar, la urgencia del mismo, la ubicación o la empresa de pintura que contratemos. Por eso mismo, lo más recomendable es solicitar presupuesto a como mínimo tres empresas o profesionales diferentes y así poder comparar.
Quién debe pagar el lacado de puertas de un piso de alquiler
Supongamos que, como arrendadores, queremos lacar las puertas en blanco. Es un piso antiguo y sabemos que esa acción revitalizará un poco el inmueble. De acuerdo. Ahora bien, ¿se le puede repercutir algo al inquilino?
Por un lado es fácil convenir en que el estado de una puerta raramente influirá en la habitabilidad de un piso de alquiler. En otras palabras: la decisión de lacar una puerta por parte del arrendador estará casi siempre motivada por una cuestión estética.
Por otro lado, el lacado de puertas es algo que inevitablemente afectará al valor del piso, por lo que el arrendador podrá incrementar la renta. Eso sí, esto no es algo que pueda hacerse así como así. Además de cumplir con lo acordado en el contrato de alquiler, será necesario que hayan transcurrido como mínimo cinco años desde la firma original del contrato de arrendamiento. Así lo dice el artículo 19 de la LAU.
Artículo 19 de la LAU – Elevación de la renta por mejoras
1. La realización por el arrendador de obras de mejora, transcurridos cinco años de duración del contrato, o siete años si el arrendador fuese persona jurídica, le dará derecho, salvo pacto en contrario, a elevar la renta anual en la cuantía que resulte de aplicar al capital invertido en la mejora, el tipo de interés legal del dinero en el momento de la terminación de las obras incrementado en tres puntos, sin que pueda exceder el aumento del veinte por ciento de la renta vigente en aquel momento.
Para el cálculo del capital invertido, deberán descontarse las subvenciones públicas obtenidas para la realización de la obra.
(…)
3. La elevación de renta se producirá desde el mes siguiente a aquel en que, ya finalizadas las obras, el arrendador notifique por escrito al arrendatario la cuantía de aquella, detallando los cálculos que conducen a su determinación y aportando copias de los documentos de los que resulte el coste de las obras realizadas.
4. Sin perjuicio de lo dispuesto en los apartados anteriores y de la indemnización que proceda en virtud del artículo 22, en cualquier momento desde el inicio de la vigencia del contrato de arrendamiento y previo acuerdo entre arrendador y arrendatario, podrán realizarse obras de mejora en la vivienda arrendada e incrementarse la renta del contrato, sin que ello implique la interrupción del periodo de prórroga obligatoria establecido en el artículo 9 o de prórroga tácita a que se refiere el artículo 10 de la presente Ley, o un nuevo inicio del cómputo de tales plazos.
En todo caso, el alcance de las obras de mejora deberá ir más allá del cumplimiento del deber de conservación por parte del arrendador al que se refiere el artículo 21 de esta Ley.
Otro supuesto para el lacado de las puertas en pisos de alquiler implicaría que el arrendador deba lacar las puertas por culpa de un mal uso de las mismas por parte del arrendatario. En este caso bastaría con que el arrendador pudiera demostrar que el lacado es necesario aportando pruebas como fotografías del antes y el después o facturas que incluyeran el importe original de la puerta o presupuestos de la reparación. Una vez realizado el lacado, el arrendador tiene que justificar los trabajos con la debida factura, repercutiendo los gastos al inquilino de manera proporcional (si el inquilino ha dañado una sola puerta, solo podrá pagar por esa reparación). Como es lógico, en estos casos lo mejor es intentar llegar a una solución intermedia entre ambas partes.
Finalmente, puede darse el caso de que el arrendatario decida lacar las puertas por su cuenta y riesgo. Este es un caso muy similar a cuando el inquilino decide pintar el piso por su cuenta. Aquí lo ideal es informar por escrito de cualquier movimiento al arrendador. De lo contrario este podrá reclamar parte de la fianza por no devolver el piso en el estado en el que se entregó. En caso de que el arrendador no se oponga al lacado pero no quiera pagarlo, si el inquilino quiere lacarlo por su cuenta puede hacerlo. A partir de ahí podrá negociar una bajada de renta con el arrendador, aunque este no tiene por qué concedérsela.