Cómo funciona un aval solidario y cómo puedes pedirlo para alquilar un piso

Mediante un aval solidario, un tercero se compromete a asumir los costes del arrendamiento que el inquilino que firma el contrato no pueda cubrir.

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Alquilar un piso puede convertirse en un desafío, especialmente si no se cuenta con una nómina fija o garantías financieras suficientes. En este escenario, el aval solidario se presenta como una herramienta muy valiosa para facilitar el proceso. Pero, pese a ser un concepto que se lee con frecuencia en portales relacionados con el alquiler, muy poca gente sabe realmente qué es, cómo funciona y qué se necesita para solicitar uno.

¿Qué es un aval solidario y por qué puede ser tu mejor aliado al alquilar?

Un aval solidario es un compromiso legal mediante el cual una persona —el avalista— se responsabiliza de pagar las deudas que se pueden generar como inquilino en caso de que el arrendatario no pueda afrontarlas. Esta figura genera confianza al arrendador, ya que asegura que recibirá su dinero pase lo que pase.

Dicho de otra manera y recurriendo a un ejemplo práctico, si un inquilino alquila un piso por 800€ al mes y en algún momento no puede hacer frente a pago de la renta, el propietario podrá reclamar el importe directamente al avalista, sin necesidad de esperar a que un juez determine la insolvencia.

En el competitivo mercado inmobiliario actual, donde muchos propietarios piden garantías adicionales, un aval solidario puede marcar la diferencia entre conseguir el piso o quedarse fuera, de manera que aquellas personas que no cuentan con uno, pueden ver muy reducida la oferta de vivienda a la que pueden acceder.

Quién puede pedir un aval solidario

Cualquier inquilino puede solicitar a un tercero que actúe como avalista. Esto incluye a cualquier tipo de persona o entidad que se comprometa legalmente a responder por la parte arrendataria del contrato. Eso sí, siempre que se verifiquen una serie de requisitos:

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  • Debe tener una fuente de ingresos estables (nómina, pensión, rentas) o posesiones suficientes como para poder responder por su avalado.
  • No puede figurar en listas de morosos como ASNEF o Equifax.
  • Debe aportarse documentación que verifique que esa solvencia es real. Como pruebas suelen aceptarse nóminas, declaraciones de la renta o vida laboral.

Normalmente, las personas que suelen asumir este rol son:

  • Padres o familiares directos. Es lo más habitual, sobre todo, en el caso de jóvenes. Pensemos, por ejemplo, en estudiantes que se cambian de ciudad durante el curso lectivo y carecen de ingresos o en aquellos otros que se emancipan y necesitan una garantía adicional para que los posibles caseros no desconfíen de su solvencia.
  • Amigos cercanos. En este caso, además, es importante que demuestren tener solvencia demostrable. En cualquier caso este requisito es necesario, claro, pero, por ejemplo, unos padres con un contrato indefinido y una vivienda en propiedad resultan más confiables para un arrendador que joven recién emancipado.
  • Empresas avaladoras. En algunos casos, hay compañías especializadas que ofrecen servicios de aval. Incluso los bancos y entidades de crédito pueden ofrecer un aval para el arrendamiento.

¿Puede haber más de un avalista solidario?

Aunque no es lo habitual, ya que podría parecer que la probabilidad de generar deudas es alta, es perfectamente posible. No obstante, es concebible en situaciones donde el aval económico de una sola persona pueda no ser suficiente.

Imaginemos, por ejemplo, el caso de dos padres separados que quieran avalar a su hijo emancipado. Si las nóminas (o pensiones) de cada uno son modestas, es muy posible que el casero considere que el aval es insuficiente. En este supuesto, firmando ambos el aval solidario, unirán sus fuerzas económicas para ofrecer más garantías al arrendador.

Eso sí, es muy importante recordar que todos los avalistas responden de forma solidaria, lo que significa que el propietario puede reclamar la deuda total a cualquiera de ellos, sin necesidad de repartirla proporcionalmente, por lo que pueden darse situaciones complejas. Por ejemplo, el caso previo, si el aval es de 800€ y ambos progenitores han firmado responder solidariamente al pago en el caso de que su hijo no pueda pagar una renta, si uno de ellos cae en una situación de quiebra económica que le impida abonar su parte correspondiente, el otro deberá afrontar el pago total de la mensualidad (800€) por más que en contrato se hayan comprometido a pagar sólo la mitad (400€).

¿Cómo se solicita un aval solidario para alquilar un piso?

Solicitar un aval solidario puede parecer complicado al principio, pero en realidad es un proceso bastante sencillo si se siguen una serie de pasos bien organizados.

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Hablar con el futuro avalista

Lo primero que se debe hacer es identificar a la persona que podría ser avalista y explicarle con todo detalle en qué consiste este compromiso. No se trata solo de pedirle un favor, sino de asegurarse de que comprende las responsabilidades legales que asumiría. Se debe explicar que si no se puede pagar el alquiler o los gastos asociados, él o ella tendría que hacerlo. Hablar de forma abierta y honesta desde el principio evita malentendidos futuros y refuerza la confianza mutua.

Reunir la documentación necesaria

Una vez se tiene el sí del avalista, es momento de preparar toda la documentación que pueda ser requerida. Normalmente se solicita:

  • Copia de las últimas nóminas.
  • Declaración de la renta más reciente.
  • Justificantes de ingresos recurrentes (como alquileres o pensiones).
  • Vida laboral actualizada.
  • Extractos bancarios recientes.

Tener toda esta información lista agilizará el proceso de firma y demostrará al propietario que tanto el inquilino como su avalista son candidatos serios y solventes.

Redactar un contrato de aval solidario

Es fundamental plasmar por escrito los términos del aval solidario. Este documento puede incorporarse como una cláusula adicional dentro del contrato de arrendamiento o puede ser un contrato independiente firmado entre todas las partes. En el contrato deben quedar claras las obligaciones del avalista, los límites del aval (si los hubiera) y la duración de su compromiso. Aunque puede parecer un trámite tedioso, redactar bien este contrato evitará confusiones o disputas en el futuro.

Firma ante notario

Aunque no es obligatorio firmar el aval ante notario, hacerlo proporciona una capa extra de seguridad jurídica. El avalista entenderá perfectamente el alcance de su compromiso y no podrá alegar desconocimiento en caso de reclamación. Además, un documento notarial ofrece mayor fuerza probatoria en caso de que surjan problemas legales durante la vigencia del contrato de alquiler.

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¿Qué riesgos asume el avalista solidario?

Como inquilinos es fundamental ser completamente consciente de lo que supone pedirle a alguien que se convierta en avalista. Aunque la ayuda de un avalista puede ser clave para acceder a al piso, también tiene implicaciones legales y económicas.

El avalista puede ser obligado a pagar toda la deuda del alquiler

Cuando se firma un contrato con un avalista, éste se compromete a responder por toda la deuda que se deje de pagar. Es decir, si en algún momento no se puede hacer frente al pago del alquiler, el avalista será quien pague la deuda, sin que pueda alegar que no era responsable de una parte de la misma. Esto incluye tanto el alquiler mensual como cualquier otro gasto relacionado con el arrendamiento que no se cubra, como pueden ser los suministros.

Además del alquiler, puede responder de otros conceptos

Como decimos, es importante entender que el compromiso del avalista no se limita solo al pago del alquiler. Muchas veces, el contrato de arrendamiento incluye cláusulas en las que el arrendador puede reclamar otros gastos adicionales, como los gastos de comunidad, daños al inmueble o el pago de suministros (agua, luz, gas, etc.). Si el inquilino no puede hacer frente a estos pagos, el avalista sería responsable de cubrirlos también. Este aspecto es crucial, ya que puede aumentar considerablemente la cantidad de dinero que tendría que asumir.

El patrimonio personal del avalista puede quedar afectado

Al comprometerse a ser avalista, esta persona está poniendo en riesgo su patrimonio personal. En caso de que no se puedan pagar las deudas generadas durante el alquiler del piso, el avalista podría verse obligado a vender propiedades, asumir embargos o enfrentarse a otras acciones legales para cubrir el importe total de lo adeudado.

Qué ventajas tiene contar con un aval solidario

  • Mayor acceso a pisos de calidad. Muchos propietarios priorizan a inquilinos con aval, ya que les da la seguridad de que recibirán el pago del alquiler, incluso si surgen problemas económicos. Esto aumenta las opciones y abre puertas a propiedades que podrían ser inaccesibles sin un respaldo adicional.
  • Posibilidad de negociar mejores condiciones. Con un avalista, es posible que el propietario acepte una fianza más baja o mejores condiciones de pago. La seguridad adicional que aporta el avalista permite negociar una menor presión financiera desde el inicio del alquiler.
  • Más confianza mutua. El avalista transmite mayor confianza al arrendador, ya que muestra que tienes respaldo en caso de problemas económicos. Esta relación más sólida entre el arrendador y el inquilino facilita una convivencia más tranquila y puede influir en renovaciones o futuras negociaciones.

Alternativas si no se puede conseguir un aval solidario

Aunque el aval solidario es muy útil, no siempre es posible conseguir uno. Si un inquilino se encuentra en esa situación, hay varios trucos que pueden ayudarle a asegurar el alquiler:

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  • Seguros de impago de alquiler. Existen seguros de impago de alquiler que cubren el alquiler si el inquilino no puede pagar. Estos seguros suelen ser contratados por el arrendador, pero algunos propietarios pueden aceptar que los contrate el inquilino. Ofrecen una protección adicional para el arrendador, ya que aseguran que recibirá el pago incluso si el inquilino enfrenta dificultades económicas. Eso sí, la prima del seguro es otro coste a tener en cuenta.
  • Depósitos adicionales. Una opción a considerar es negociar una fianza más alta o incluso varios depósitos adicionales. Al ofrecer un depósito mayor, el propietario puede sentirse más seguro de que se podrá hacer frente a los pagos. Esta opción puede ser especialmente útil si no se tienen familiares o amigos dispuestos a actuar como avalistas, pero se necesita garantizar el pago.

Tres preguntas frecuentes clave sobre avales solidarios

¿Se puede cancelar un aval solidario?

Normalmente no, salvo que ambas partes (arrendador y arrendatario) estén de acuerdo o que el contrato finalice.

¿Qué duración tiene el aval?

Generalmente, la misma que la del contrato de alquiler, aunque puede pactarse una duración diferente.

¿Puede el propietario exigir condiciones extra al avalista?

Sí, como, por ejemplo, demostrar ingresos un mínimo de ingresos. Es habitual que se pidan que éstos sean superiores a tres veces el alquiler.

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